Nacida en 1974, en el estado mejicano de Chihuahua, concretamente en la archiconocida Ciudad Juárez, Susana Chávez Castillo demostró desde niña ser una persona especial. Su sensibilidad y empatía hacia el mundo que le rodeaba lo dejó ver claro desde que a los once años comenzó a ser conocida en el mundo de la poesía.

Un alma grande y comprometida

Su pasión por la poesía le llevó a comenzar desde pequeña en el mundo literario, participando en varios certámenes literarios de su ciudad natal. Era Susana miembro de varios foros culturales a nivel nacional y como mujer de su tiempo, su blog personal describía a una mujer concienciada con los problemas de su época y su entorno.

La lucha por los derechos humanos cobraban para ella especial importancia, es por ello que su activismo al respecto la mantuvo en contacto con asociaciones y otros órganos que conjuntaban el movimiento nacional.

Psicóloga y poetisa

Comenzó sus estudios de psicología en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) (universidad pública y fronteriza, alma máter de la ciudad) aunque su verdadera pasión era la poesía y a la vez que cursaba sus estudios, trabajaba la chica en la elaboración de un poemario, poemas algunos que ella regalaba espléndidamente al mundo entero, a través de su blog Primera Tormenta.

Su lucha no solo se detuvo en la defensa de los derechos humanos, sino que se implicó directamente con la lucha feminista y denunció de la manera más bella que se pueden denunciar las injusticias sociales, a través de la manera que mejor sabía hacerlo, con sus letras y sus poemas.

De su pluma y pasión nació la frase que encabeza este párrafo, grito que tomarían las organizaciones feministas para reivindicar los derechos de la mujer y sobre todo grito de dolor contra el número in crecendo de feminicidios en Ciudad Juárez.

Desafortunadamente, ella fue una más

Su colaboración y visibilidad como acérrima activista, ya fuera en manifestaciones para esclarecer los casos de feminicidios aun sin resolver, como en la realización de cortos y otras actividades, posiblemente la colocaron en el punto de mira de quien no debía.

Una tarde salió de casa y ya nunca más volvió. Su cuerpo fue encontrado con claros símbolos de tortura el 6 de enero de 2011 y no fue hasta el día 11 que sus familiares pudieron identificarla. Tres jóvenes fueron inculpados de su muerte, siendo enjuiciados y condenados a 15 años de cárcel, pena máxima pues eran menores de edad.

Legado

Tan lamentable fue su pérdida, como la de cada una de las mujeres que mueren por esta causa. La pena es doble en ella sin embargo, porque se erigió embajadora de la justicia, alzó su voz y dispuso su elocuencia y arte a la lucha por los derechos y la dignidad de la mujer, arriesgándose a perder lo más valioso que podemos tener, la vida.

Actualmente, a 10 de noviembre de 2017, su blog sigue tal como ella lo dejó la última vez que entró, a disponibilidad del usuario de internet.