El sábado 13 de Mayo pasado, en una calle de la ciudad de Coyhaique (Aysén), en la Patagonia chilena, fue encontrada sin sus ojos y brutalmente golpeada una mujer de apenas 28 años. Se trataba de Nabila Rifo, madre de cuatro niños. A pesar de ser encontrada con fracturas en el cráneo y la dentadura, apenas a tres barrios de su casa, la mujer sobrevivió. El autor había sido su expareja, Mauricio Ortega, único sospechoso del brutal ataque que horrorizó al país.

Sin precedentes, en la tranquila localidad austral al fin del mundo, los coyhaiquinos reaccionaron casi de inmediato con dolor, espanto e indignación.

Nabila Rifo fue internada de urgencias en el hospital regional de Aysén con respiración mecánica. La noticia recorrió el país entero y las calles, una vez más, volvieron a llenarse de ciudadanos (especialmente mujeres) a exigir justicia, en un puñado de días donde chile ha recibido también otros duros golpes.

Al mismo tiempo, el rechazo por parte de la cámara de representantes a un informe sobre la muerte masiva de 1.313 niños dentro del Servicio Nacional de Menores Sename (que ha resultado ser una bomba en la cara para los candidatos presidenciales) y la llegada del autobús transfóbico de la organización española Hazte Oír que ha terminado con violentos enfrentamientos en la calle, han caldeado más el asunto de la violencia de género entre la población.

Ahora ha sido el Tribunal Supremo de Chile objeto de la ira popular. El máximo organismo del poder judicial, en un tiempo donde la violencia machista se cobra vidas femeninas alrededor del mundo entero, rebajó la sentencia de cárcel contra Mauricio Ortega, expareja de la víctima, de 26 a 18 años, fundamentando su decisión en que "no quedó demostrada cavalmente la intención de matar (de Ortega), por las circunstancias en que ocurrieron los hechos".

Según manifestó el juez Lamberto Cisternas, en la resolución judicial se establece que "si bien se acreditaron golpes y mutilación de los ojos, no queda demostrado el dolo". Fue el magistrado Milton Juica (famoso por ser ministro en visita del "Caso Degollados", el juicio sobre el secuestro y asesinato de tres miembros del partido comunista perpetrado por Carabineros de Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet), el único que consideró que si hubo dolo en el actuar de Ortega Ruiz.

Los otros magistrados que votaron a favor de rebajar la condena fueron Carlos Künsemüller, Haroldo Brito y Jorge Dahm, además de Cisternas.

La rebaja en la sentencia ha sido duramente criticada por el Gobierno de Michelle Bachelet, mientras medio centenar de personas se manifestaban fuera de los tribunales de justicia chilenos. El caso ha generado un nuevo impacto en la sociedad chilena una vez conocidos los detalles del hecho, abriendo el debate en torno al femicidio y la violencia de género, como así también en los límites y deberes de la justicia en el país latinoamericano. La mandataria Michelle Bachelet, ha viajado hasta Aysén para reunirse con Rifo y expresarle su apoyo y solidaridad.

Tras el fallo de la Corte Suprema, Nabila Rifo ha preguntado "¿Cómo puede decir eso un juez, en qué cabeza cabe que no me quiso matar?

El me dejó con la cara llena de tornillos, mi oreja me la reconstruyeron, me golpeó muchas veces en la cabeza, me dejó inconsciente, agonizando. ¿Qué más quieren para darse cuenta de que él sí me quería matar?".

El caso de Nabila Rifo ha puesto entre cuerdas al sistema judicial chileno y, sobre todo, al juicio razonable, ético y contemporáneo de los máximos responsables de la Corte, o al menos, lo que una víctima y la sociedad esperaría de ellos.