Nuestro mundo se vuelve cada vez más maniqueo, el orden establecido tras el fin de la Guerra Fría parece roto y el status quo alcanzado está cambiando a marchas forzadas. Problemas como el terrorismo, los refugiados y la crisis climática, así como la económica demandan puntos de vista y soluciones nuevas. El ascenso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América ha marcado un punto de inflexión, hace solo unos años era algo simplemente impensable que un “no político” ocupara el Despacho Oval. Hoy, el magnate Trump rige los destinos del que hasta ahora era el país que comandaba al resto del mundo y lo hace mirándose el ombligo “hagamos una América Grande”.

El concepto de globalidad se tambalea, el mundo necesita pues un líder que tome el relevo al papel que tan bien había representado Barack Obama, hoy observador en la sombra de como se destruye poco a poco su obra. Pero es difícil hallar “héroes” entre la vieja clase Política que gobierna Europa. Gran Bretaña parece seguir, a su manera, los pasos de Trump, con un proceso de Brexit que la separa cada vez más del resto de Europa. El presidente ruso, Vladimir Putin, está en el punto de mira por su injerencia en los procesos electorales americanos y europeos y sus métodos discutiblemente democráticos. La canciller alemana, Angela Merkel, clama por una Europa fuerte y unida pero en su empeño necesita aliados fuertes.

En ese contexto surge aparentemente de la nada la figura del nuevo presidente de la V República francesa, Emmanuel Macron, que ocupa el Eliseo desde el pasado 15 de mayo, sin ni siquiera estar adscrito a un partido político. El que fuera ministro de economía del presidente Hollande, dio los pasos necesarios para dejar atrás a su mentor y fundó el movimiento En Marche! Con la promesa de regenerar a la clase política se ganó los votos de los franceses.

Unos votos que necesitará refrendar para poder llevar a cabo su ideario político en las elecciones legislativas que tendrán lugar el 11 y el 18 de este mes.

No parece haber figuras más opuestas que Trump y Macron. Todo el mundo parece saber quién es Donald Trump, de dónde viene, qué es lo que quiere y cómo se propone lograrlo.

Macron en cambio es un misterio. Es cierto que corren ríos de tinta sobre su peculiar historia de amor con su mujer Brigitte Trogneaux, 24 años mayor que él y también sobre la influencia que tuvo en él su abuela Manette, muerta en el 2013. Pero aún así nadie parece conocerle a ciencia cierta.

Las diferencias de personalidad, métodos, actitudes e ideas son patentes, Trump avanza por la vida como alguien que ha aprendido que el dinero puede comprarlo todo, apartando a manotazos (como se pudo ver en sus reuniones con sus socios europeos) a todo aquel que le estorbe. Macron en cambio maneja los dones de la inteligencia y tiene un carisma personal que parece subyugar a todo el que se le acerca.

Y sin embargo, ambos dirigentes tienen muchos puntos en común, el egocentrismo, la determinación a la hora de conseguir sus objetivos, el sentimiento de superioridad y su capacidad para entender que han surgido nuevos métodos de comunicación con sus votantes y que manejar adecuadamente las herramientas que posibilita internet les hace ganar puntos con ellos.

Seguramente Trump menospreció antes de conocerlo al presidente del país galo, tal como hizo con el resto de dirigentes europeos, pero Macron, que ya contaba con ello, supo convertir este hecho en una ventaja tal como demostró en un apretón de manosnada inocente”, como él mismo reconocería más tarde, en el que hizo esperar a un desconcertado Donald Trump. Pero sobre todo en su rápida y grandilocuente respuesta ante el anuncio de la salida de los Estados Unidos del Tratado de París. Macron no solo supo dar la respuesta adecuada, dirigiéndola al mundo entero utilizando tanto el idioma francés como el inglés, sino que invitó a todos los científicos y empresarios estadounidenses en desacuerdo con la decisión de Trump a asentarse en una Francia donde serán muy bienvenidos .

Y se aseguró de convertir su mensaje en viral dándole la vuelta al lema de campaña del estadounidense con un “hagamos un mundo grande”.

El mensaje de Macron, lanzado con una onda expansiva a través de internet, ha impactado al mundo y quizás haya hecho tambalearse un poco al gigante Trump.