Sigue el conflicto gremial entre los sindicatos docentes y el gobierno provincial de Buenos Aires. Después de las frustradas negociaciones los ánimos se van caldeando y la gobernadora María Eugenia Vidal encontró un enemigo que no debería tener. El gobierno, del mismo color político que la presidencia nacional, acusa a la huelga de ser un “paro político”, una acusación no solo ilógica sino falaz.

El gobierno del PRO sigue sosteniendo el mismo fantasma de cuando empezó el gobierno, que los problemas que atraviesa la argentina es culpa de “la pesada herencia”, es decir de los anteriores 12 años de gobierno kirchnerista.

En línea con este razonamiento, sostienen que el paro es fogoneado por el sector kirchnerista que perdió las elecciones para debilitar al gobierno y que pierdan las elecciones legislativas de este año o, peor, no terminen el gobierno.

Sostener que un paro no sea político es irrisorio en tanto que refleja una lucha de poder entre un gobierno, que es quien paga el sueldo, y los trabajadores, que buscan un aumento salarial. El hecho de organizarse en un sindicato y llamar a huelga para luchar por sus derechos es ya de por sí un acto político. Sin embargo no es esto a lo que se refiere el gobierno.

La acusación, en realidad, es de ser partidario, es decir de ser organizado por el Frente para la Victoria.

Esta acusación es mentirosa y llega a extremos peligrosos de persecución política. Roberto Baradel, Secretario General del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA) es la cara visible del actual paro, sin embargo ya se había enfrentado al kirchnerismo. Desde el 2002 hasta el 2007 gobernó la provincia Felipe Solá, y posteriormente, hasta 2015, lo hizo Daniel Scioli.

Ambos kirchneristas, sufrieron más de 90 días de paro del gremio docente, medio ciclo lectivo.

Vidal sigue en su cruzada contra los docentes que paran. Propuso el pago de un plus a los docentes que no se adhirieron a la huelga para, de esta forma, desincentivar el paro. Baradel la acusó de querer comprar la voluntad de los maestros.

También se sigue insistiendo con descontar los días de paro pero, hasta ahora, el Poder Judicial le está dando la razón a los gremios docentes y frena las sanciones que el gobierno quiere imponer.

Lo más preocupante se produjo cuando Vidal acusó a algunos sindicalistas de tener “vocación de conflicto” y los instó a que “digan de qué partido son”. Con la excusa de que todo esto es producto de un “complot K”, la gobernadora está realizando una descalificación, en el mejor de los casos, de los sindicalistas como parte válida del conflicto. En el peor de los casos esto refleja una persecución política contra los docentes ya que no tiene por qué importar la afiliación política de cada uno de ellos.

El PRO destronó al kirchnerismo del poder con la intención de solucionar todos los problemas que tenía el país pero en poco más de un año lo que más se vio fueron excusas y ataques a un partido político que ya dejó el poder. El oficialismo tiene que dejar de ver al pasado y empezar a mirar al futuro, hoy tiene un conflicto docente muy fuerte que no parece que pueda ser solucionado en el corto plazo. Vidal eligió la confrontación contra los docentes y la división del movimiento obrero, algo que no le está dando resultado. Elegir confrontar contra aquellos que educan a nuestros chicos y chicas y que encima tienen salarios bajos, no es ni estratégica ni moralmente positivo.