La política migratoria de Donald Trump amenaza con consecuencias graves. Por un lado, los activistas, pacifistas y personas de bien, que se oponen a un cierre de fronteras o la exclusión de determinadas nacionalidades, pero por otro aparecen los Estados que, tímidamente, aspiran con imitarla.

El actual presidente de Argentina, Mauricio Macri, planea una reforma urgente y drástica a la ley de migraciones del año 2003. La decisión habría sido motivada por una creciente ola de inseguridad y crimen que el país afronta desde los años del Kirchnerismo.

El decreto prevé una expulsión a los extranjeros residentes en el país, si están acusados de un delito y aunque no tengan condena firme, sin importar el tiempo de residencia que lleven en el territorio. A su vez, se estima un endurecimiento de las condiciones para ingresar al país. Esta es la respuesta que el gobierno argentino busca dar a los ciudadanos cansados de la criminalidad diaria con la que se enfrentan. Sin embargo, con ella se acaba la tradición de un pueblo que ha recibido abiertamente a los inmigrantes, en un principio europeos y con el pasar de los años, extranjeros procedentes de países limítrofes. De llevarse a cabo la reforma tal y como se ha planteado podría sentar un precedente internacional sobre asilo y migración.

Del otro lado del océano, La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), mantiene la alerta por las cifras del último año. En el año 2009, solamente 6.309 personas pidieron asilo en España, según datos de esta entidad. Durante el 2015 lo hicieron 14.881, en su mayoría provenientes de Siria.

Desde el CEAR informan sobre una doble condición que viene dándose los últimos años.

Personas que tienen que huir de su país de origen por la persecución que su orientación sexual produce. Cerca del 40 % de los delitos de odio que se producen en el país son a causa de la orientación sexual o la identidad de género. Sin embargo, España tiene una alta aceptación de la homosexualidad, el 88 %, siendo uno de los Estados más aventajados de la Unión Europea al respecto.

Un 37 % de los delitos de odio se debe al racismo, condición que pone en una situación de extrema vulnerabilidad la vida e identidad de las personas LGTB solicitantes de asilo.

Más de 65 millones de personas han tenido que emigrar los últimos años, lo que significa la cifra más elevada desde la II Guerra Mundial. Las violaciones graves a los derechos humanos, las guerras y la violencia son los motivos principales de la huida.

Es entonces cuando aparece la orden ejecutiva de Trump y suspende el programa de acogida, en el momento más delicado y dónde mayor apoyo se requiere. La admisión de refugiados se extendía a 4 meses, 6 a los musulmanes e indeterminadamente a los sirios. Es importante destacar que, según la ONU, cerca de la mitad de los refugiados del todo el mundo son niños.

Los refugiados que llegaron a Estados Unidos durante el pasado año, provenían en su mayoría de Siria, República Democrática del Congo, Irak, Birmania y Somalia. Se estima que solo el 46 % de ellos eran musulmanes.