La entrega de un sello conmemorativo del 30º aniversario de presencia española en la Antártida fue el pórtico para saber de primera mano algo de la historia y las capacidades de la Base "Gabriel de Castilla", en funcionamiento desde 1988 en la Isla Decepción con motivo de la incorporación de España al Tratado Antártico en 1986 y con ello obtener el derecho a desplegar bases científicas en el territorio internacional del continente antártico.

Al inicio de la misión, la base se reducía a un único barracón prefabricado, módulo, donde se realizaban los experimentos científicos que sólo pueden realizarse en un entorno polar y que también servía de vivienda a cerca de los 30 años de misión.

La Gabriel de Castilla se compone de once módulos separados dedicados a la investigación, dormitorio, ocio, almacenes, talleres, maquinaria, enfermería, experimentación, garaje. Adaptados para cumplir con los proyectos de científicos y de investigación que se realizan en cada campaña antártica que dura lo que equivale el verano austral, esto es de noviembre a marzo.

Decepción. El lugar

El nombre de Isla Decepción va acorde con la naturaleza del lugar: inhóspita, nieves perpetuas, inhabitable en invierno e incluso con descensos ocasionales de temperatura de -20º en verano, una isla volcánica aún activa a 100 millas náuticas del continente antártico propiamente dicho y que a lo largo de la historia sólo ha servido como refugio para náufragos y como base para balleneros hasta 1940.

En ese tiempo y anteriores el exterminio de cetáceos era visto como una actividad económica corriente y la conciencia ecológica era inexistente por lo que en las temporadas veraniegas de caza se llegaba a exterminar hasta 40.000 ballenas, sus huesos pueblan las instalaciones del emplazamiento ballenero hoy abandonado, lo que a lo largo de los años ha llevado al borde de la extinción a esta especie.

El lugar tampoco destaca por su animación dado que se encuentra a 1.000 km del lugar habitado más cercano en la Ushuaia argentina y la población isleña mayoritaria son los pingüinos Adelaide. Pero existe un factor en que Decepción no hace honor a su nombre pues su localización geográfica, la variedad de ambientes polares, una geografía naval y terrestre única y relativa cercanía al continente americano la hacían perfecta para la investigación científica de los polos y el futuro de los polos está ligado totalmente al cambio climático terrestre.

Con ello, antes que España, ya Argentina, Chile y Reino Unido habían desplegado sus bases científicas allí acogiéndose al Tratado Antártico. España lo hizo a partir de 1988 en dos bases: la "Juan Carlos I" administrada por el CSIC y la "Gabriel de Castilla", dirigida por el ET en ambas se realizan una treintena de experimentos al año.

La supervivencia

Cuando tras zarpar del Callao con tres buques en misión de patrulla, el almirante Gabriel de Castilla descubrió la Antártida en 1603 ya se hizo a la idea de la dureza de vivir en esos lugares por lo que la cooperación entre países y administraciones con personal allí es vital. En estos 29 años en la base se han refugiado desde navegantes a la deriva a científicos chilenos cuyas instalaciones se derrumbaron o personal científico de hasta una decena de naciones en situación de emergencia.

Por ello, la llegada a la base de barcos como el "Hespérides", "Las Palmas" o "El Sarmiento Gamboa" se recibe con alboroto ya traigan suministros, personal o auxilio. Algo siempre necesario al trabajar en un lugar del Polo Sur.