Jessica Soto Sáez acaba de llegar a su casa, tras recorrer y dejar donaciones en Santa Olga, el pueblo (hasta ahora) más afectada por el incendio.

“Se quemó una localidad completa. No quedó nada. Muchos no tuvieron los medios para poder sacar las cosas de sus hogares. Hay muchos animales quemados, muchas de esas personas son agricultores que viven de la tierra y de sus animales y quedaron sin nada. Sin hogar y sin fuente laboral”.

Cuenta que ha llorado mucho, que ha visto situaciones desgarradoras. “En Santa Olga la gente quedó solo con la ropa que llevaba puesta en el minuto.

La prima de una amiga está embarazada de gemelos y lo perdió todo. Mucha otra gente se ha quedado en carpas cerca de la carretera, porque esperan ayuda de personas como nosotros, que llevamos agua; comida; etc.”.

Los medios chilenos se hacen eco de lo que podría ser una falta del gobierno en restarle importancia al primer incendio. El pasado domingo 22 de enero, cuando se informó del primer foco, nada hacía prever que detrás de esta catástrofe estuviera la mano de uno o varios malintencionados. Las altas temperaturas y la sequía que atraviesa la región, jugaron en contra y el fuego se propagó a tres regiones con una velocidad insaciables.

“Sinceramente un incendio forestal normal tal vez se hubiese evitado.

Lamentablemente esto es obra de las personas, alguien está creando todos estos focos intencionalmente, han encontrado ropa con bencina enrollada en Pinos. A bomberos de la localidad de Angol les dejaron un papel diciendo "Angol es el siguiente" y a las 4 horas la localidad empezó con un incendio. Solo sabemos que apagan un foco y comienza otro.

Cómo será que todos decimos cómo chilenos que ojalá hubiéramos tenido un terremoto antes que esto.”

Según la Cooperación Nacional Forestal de chile (CONAF) solo un 10 % de los incendios se producen por causas naturales. El 90 % restante se originan por falta de prevención y la intervención humana. A los habitantes de Santa Olga, el pueblo desaparecido, les alertaron sobre las posibilidades de que las llamas se acercaran, sin embargo, la climatología se ensañó con este pueblo.

“El tema es que el viento cambio de un minuto a otro en la noche y arrasó con el pueblo. En ese minuto, claro, les solicitaron la evacuación, muchas personas no querían dejar su casa, muchos se fueron y otros se quedaron en el lugar. Nadie quiere dejar botado el trabajo de toda una vida."

A Jessica le ha impactado la imagen de un caballo quemado, entre tantas lágrimas y desesperación, cuenta y muestra fotografías de los animales calcinados. “En Santa Olga parece que hubiese caído una bomba atómica. El descontrol del fuego, la gente llorando por la pérdida de todo, los animales quemados, no quedó nada.”

El incendio se ha cobrado la vida de 11 personas, el alcalde de una de las localidades afectadas declaró ante los medios que los estaban quemando.

Los investigadores creen que se trata de una o varias personas. Pese a las altas temperaturas matutinas, el fuego ha revivido notablemente por la noche, cuando la humedad crece y los grados descienden. También despierta sospecha, la cantidad de focos que se han iniciado de manera simultánea en localidades cercanas.