Hasta el día de ayer el futuro del delantero francés Antoine Griezmann parecía apuntar con total seguridad al Camp Nou. El Barça había llegado a un principio de acuerdo con el jugador e, incluso, había pactado con el Atlético de Madrid el pago de 100 millones en concepto de traspaso y no es concepto de cláusula de rescisión. Se trataba de un gesto amable por parte de la directiva del conjunto rojiblanco para evitar los impuestos que se derivan del pago de la libertad de un jugador ante la Liga de Fútbol Profesional.

En el Atlético querían agradecer a Bartomeu que el pasado verano dejasen en paz a la estrella francesa tras la marcha de Neymar.

En su momento se dijo que el Barça había prometido a Enrique Cerezo esperar un año para acometer el fichaje, respetando la sanción que la FIFA había impuesto a los colchoneros. Sin embargo, la historia ha dado un vuelco radical.

Un error histórico

El detonante del cambio de rumbo de la operación Griezmann, son unas declaraciones de Guillermo Amor al término del encuentro que el Barça disputó ante el Deportivo de la Coruña. El Director de Relaciones Institucionales del Barça, casi reconoció y dio por hecho que Josep María Bartomeu se había reunido con el jugador y su familia, unas palabras que han sentado como un tiro en las oficinas del Wanda Metropolitano.

En el Atlético se cree que estas declaraciones van a poner al público en contra de la directiva y del propio jugador.

Entienden que la operación debía llevarse en secreto para no alterar el presente deportivo de un Griezmann que lo único que tiene seguro es que, al menos hasta el 30 de junio, será jugador del Atlético de Madrid.

Este giro de los acontecimientos podría conllevar que las relaciones con el Barça se rompan. Ofertas por Griezmann hay a patadas, por lo que ahora el Atlético podría cerrarse en banda y exigir hasta el último euro de la cláusula, cantidad que Manchester United y PSG estarían encantados de abonar.

Messi estalló al enterarse

Es la gota que colma el vaso. El Barça es un conjunto temible a nivel deportivo pero se trata del hazmerreír en los despachos. La plantilla está cansada de estos errores, especialmente Messi. El verano pasado aseguraban que Neymar no se iría al 200 por cien. Todos recuerdan el desenlace. Luego admitieron que Coutinho y Dembélé estaban muy cerca.

Entonces el Dortmund subió a 150 millones y el Liverpool se negó a negociar.

Y así sucesivamente. Messi está hasta las narices de salvar en el terreno de juego los errores de una directiva inoperante. Seguiremos atentos el desenlace.