Generalmente, la memoria acaba siendo selectiva e injusta. Tras una buena temporada, llena de grandes momentos individuales y colectivos, el sabor de boca final es de aburrimiento. Y no solo es un resumen injusto. Es falso.

Unos playoffs de la NBA algo aburridos

Incluso centrándonos solo en los playoffs los ejemplos son numerosos. Los jóvenes Bucks, poniendo en aprietos a a mejor plantilla que han podido reunir los Raptors, el duelo a tumba abierta entre Harden y Westbrook, la consolidación del bonito y seguramente romántico proyecto de los Jazz o la bonita pero sobre todo intensa rivalidad que se ha creado durante el año entre Celtics y Wizards.

El problema llegó en las Finales de Conferencia, cuando nos quedamos sin eliminatorias alternativas a las de Cavaliers y Warriors, y ni los Celtics ni unos diezmados Spurs pudieron poner en aprieto a los dos titanes.

Los big threes no son nada nuevo. Tampoco lo es el hecho de que estos equipos atraigan a jugadores consolidados dispuestos a sacrificar dinero por ganar un anillo. Y hay que tener en cuenta las circunstancias particulares que acompañaron su creación. Por parte de los Cavs, después de la salida de LeBron rumbo a Miami, obtuvieron 3 números uno del Draft en 4 años, lo que se tradujo en Kyrie Irving, Bennett y Wiggins. Estos dos últimos traspasados a cambio de Kevin Love tras la vuelta de "El Rey".

Mientras que en el caso de los Warriors, resultan clave tanto el bajo contrato que firmó Curry en 2012 como la drástica subida del tope salarial que estamos viviendo tras el nuevo acuerdo televisivo. Estas circunstancias, totalmente particulares y únicas, junto al trabajo bien hecho, explican el nivel de ambos equipos.

Warrios y Cavaliers, un juego casi perfecto

Otra reflexión interesante que nos proporcionan estos playoffs trata sobre la cuestión de la excelencia. El juego que Warriors y Cavaliers han propuesto ha alcanzado bastantes tramos de perfección. Si plantillas de esta calidad consiguen funcionar y compenetrarse a ese nivel, es muy difícil que los rivales puedan plantarles cara, restando emoción a la competición.

Pero a la vez elevan el juego a su máxima expresión, algo que cualquier amante del Baloncesto tendría que apreciar. De la misma manera que ha habido muchas quejas por la falta de emoción, muchas voces han instado simplemente a disfrutar del buen juego de estos equipos. Al final estamos hablando de dos grupos que ocuparán un espacio destacado en la historia de la NBA.

Es altamente complicado para el espectador, cuando no imposible, calibrar en su justa medida emoción y ejecución durante un partido de baloncesto. Es cierto que la larguísima temporada regular de la NBA, que no siempre ve el pleno esfuerzo de todos los equipos en todo momento, invita a unas eliminatorias donde la igualdad, y en consecuencia la épica, estén más presentes.

Hemos tenido una ración de esto, qué duda cabe, pero se ha reducido hasta la intrascendencia cada vez que Warriors y Cavaliers saltaban a la cancha. Su duelo no ha proporcionado la competencia salvaje que tanto gusta ver, pero, a cambio, hemos visto exprimir los límites del juego del baloncesto como nunca antes. Disfrutémoslo. Porque es un gustazo. Y porque tenemos rivalidad para rato.