Cuando llegó la hora del derbi madrileño todos estaban nerviosos, el Atleti quería afianzarse en el tercer puesto y de paso ganarle al eterno rival que eso siempre es el mayor premio: los madridistas querían ganar y seguir ahí en el puesto más alto de la clasificación, y los seguidores culés querían ver morder el polvo al Madrid, arañar unos puntos y ser colíderes.

El Madrid estuvo a punto de llevarse un partido en el que llegó más pero le faltó esa puntería que ha tenido otras temporadas en las que Ronaldo a estas alturas tenía sesenta goles y ahora solo treinta, pero Griezman, el que muchos medios dan como posible fichaje del equipo merengue, metió en el minuto 89 para callar a un Bernabéu que ya celebraba la victoria.

Con la tablilla de los cuatro minutos de descuento todos, unos temían y otros deseaban, creían que Ramos sería de nuevo el salvador pero cuando el arbitro pitó... el milagro seguía sin producirse y el marcador seguía impasible, no se movía del uno a uno.

Los madridistas se echaban las manos a la cabeza y veían una liga que ya creían suya alejarse, los colchoneros daban por bueno el empate, y los seguidores culés agazapados esperando el pitido final salían a celebrar un título que veían cuesta arriba pero que aquel empate ponía al alcance de sus manos.

El empate del Madrid era una victoria culé.

Los medios que están a la que salta ponían de vuelta y media a un Madrid que había dejado escapar unos puntos muy necesarios a esta altura de la temporada, una temporada de lo más apretada que yo recuerdo, y habían puesto en manos de su inmediato seguidor, El F.C.

Barcelona, el puesto de colíder,

Los culés seguían celebrando.

Y llegó el partido del Barça y de un Málaga dirigido por un Michel necesitado de victorias, el Nou Camp rugía a sabiendas de que los tres puntos le llevaría a la cabeza de la tabla, metiendo presión al Madrid y saboreando un nuevo título de liga.

Pero está visto que en esto del Fútbol nada es lo que parece, ningún equipo es fácil y ningún resultado seguro, El Málaga no le puso las cosas fáciles a los jugadores barcelonistas que a pesar de su tan comentado buen hacer no pudieron con un equipo andaluz que salió enchufado hasta el minuto 90 donde con un gol remataría del todo las esperanzas del equipo contrario.

Y ahí los culés dejaron de celebrar, de soñar, de reírse de un empate madridistas con el que se las prometían muy felices, ahí abandonaron Canaletas y se fueron de nuevo a casa a esperar que los próximos resultados sean mejores.