El 4 de julio de 2016 Kevin Durant tomó una de las decisiones más importantes de la historia de la NBA: su fichaje por los Golden State Warriors.

En ese momento, una ola masiva de comentarios al respecto comenzó a inundar las redes, y el hilo argumental era mayoritariamente el mismo: ''Durant es un cobarde''. Sin embargo, la decisión ya estaba tomada y sólo faltaba por descubrir cómo encajaría un equipo que elevó el cartel de ''Big-3'' a ''Big-4'': Stephen Curry (MVP de las 2 últimas temporadas), Klay Thompson, Draymond Green y la nueva estrella, Kevin Durant.

Actualmente, y tras 2 meses y medio de competición, los Warriors son líderes destacados de la NBA (35 victorias y 6 derrotas), y todo esto jugando prácticamente todos los partidos a medio gas, conscientes de la factura que les pasó el ir a por el récord de Temporada Regular el año pasado, prácticamente sin dar descanso a sus titulares previamente a los PlayOffs.

La paliza que les dieron a los Cavaliers de LeBron (no lo olvidemos, actuales campeones de la NBA), ha generado que el cartel de favoritos esté todavía más implantado en los pupilos de Steve Kerr, ya que los Cavs son los únicos que podrían poner en apuros a los Warriors en unas hipotéticas finales (sin olvidarnos de San Antonio Spurs, que siempre están ahí).

Pero, más allá de poder ganarles un partido (como la victoria de los de LeBron el día de Navidad), la duda reside en si estos todopoderosos Warriors pueden perder una serie completa de PlayOffs, es decir, cuatro partidos. En mi opinión, no. A no ser que ocurra alguna catástrofe a lo largo de la temporada (lesiones, desplome de juego o división de vestuario), los Warriors concluirán la temporada levantando el Larry O'Brien y, probablemente, Durant o Green se proclamen MVP de las Finales (tienen mucha más influencia en el equipo que Curry o Thompson).

Los únicos que pueden plantarle cara, en mi opinión, recalco, son San Antonio y Cleveland. Los primeros, a pesar de sus paseos en Temporada Regular, se suelen dormir últimamente en la postemporada (2015, derrota en primera ronda ante Clippers y 2016 ante los Thunder de, casualmente, Kevin Durant, en semifinales de Conferencia).

Por lo tanto, salvo hecatombe, las Finales de la NBA tendrán, por primera vez en la historia, a los mismos 2 aspirantes durante 3 años consecutivos. Y, como Kyle Korver no se convierta en un Reggie Miller o un Ray Allen, o los Warriors no se hundan sorprendentemente, Kevin Durant podrá finalmente convertirse en campeón de la NBA el próximo mes de junio.

Pero, ¿merecerá la pena ser campeón pero ser recordado como un traidor y un cobarde?