Acerca de los belenes que hoy se siguen representando en vivo o realizando con figuras, se puede decir mucho. Al menos, veamos alguno hitos y datos que nos ayuden a valorar estas representaciones navideñas. De seguro que tendremos amigos o habrá belenes artísticos que podemos visitar en compañía de los pequeños de casa. También existen asociaciones belenistas que buscan ejemplares curiosos o confeccionan ejemplares de un refinado gusto. Veamos cómo esta costumbre, aún hoy vigente, se hunde en una historia centenaria.

Del nacimiento de Jesús poco sabemos

Efectivamente, el Belén original se desdibuja para fieles e historiadores. No hay más que tomar los textos evangélicos para ver que no hay coincidencia en los datos geográficos ni familiares. Los nombres y personas que conformaron la Sagrada Familia no ofrecen problema: la virgen María, su esposo san José y el Niño Jesús. Pero, ¿dónde nació? Marcos (el evangelio más antiguo) y Juan (el último en ser escrito) nada dicen de su nacimiento, y suponen a Jesús natural de Nazaret (por ello le llamarían el nazareno). Sin embargo, Lucas y Mateo lo sitúan en Belén.

Mateo no ofrece datos sobre su estancia ni domicilio. Lucas sí, pero únicamente que el Niño estaba recostado en un pesebre.

Fin. ¿Y el resto? Habría que buscar en leyendas y tradiciones, muchas veces con origen en los evangelios apócrifos. También algunas profecías del Antiguo Testamento.

Los primeros belenes

La piedad del pueblo, las predicaciones eclesiásticas, las leyendas piadosas y el genio de la época fueron configurando distintas imágenes del belén.

Parece que hay alguna referencia artística menor durante los primeros siglos, pero la celebración del nacimiento de Jesús no se rastrea más allá de inicios del siglo IV. La fiesta principal y que más interesaba a la Iglesia era la Pascua (hoy en día sigue siendo la principal).

Hasta el s. XIII se representa la natividad de diversas formas, pero nunca en forma de figuras sueltas, tal como ahora imaginamos y realizamos los belenes.

La primera figuración así se documenta en 1290, y el tamaño de las figuras es grande. De 1562 es el primer belén que se monta para el tiempo de Navidad, en una iglesia jesuita de Praga. El primer belén familiar constó de 107 piezas y perteneció a la duquesa de Amalfi.

¿Y el primer viviente? Se lo debemos a san Francisco de Asís, que lo representó en 1223 en el bosque de Greccio. Los franciscanos fueron los primeros promotores del belén.

Dos ejemplos actuales

Hacer una lista de representaciones actuales daría para un libro, por eso, pongo solo dos ejemplos. Ambos se sitúan en la provincia de Ourense, uno en zona rural y otro en pleno casco viejo de la ciudad.

Son el belén viviente de Dacón, con una treintena de años a sus espaldas, realizado por vecinos y voluntarios, siempre al aire libre, en un campo preparado para tal evento.

De resaltar es que hasta el niño es un nacido reciente.

Y como belén figurado el situado en la capillita de la plaza de san Cosme y san Damián. Un belén en barro que representa personas, vestidos y costumbres ourensanas. Cada año añadía algún detalle nuevo y es de visita obligada, siendo su apertura al público un acontecimiento social. Por desgracia, este año ha muerto el autor. Tan solo habían pasado 4 días de la apertura de su obra.