Seguramente no lo resaltan demasiado, pero alguna que otra vez coincide encontrarse con un sacerdote católico que, en la predicación del primer domingo de Adviento, suelta un: ¡Feliz Año Nuevo! ¿Cómo es esto? ¿Acaso la Iglesia Católica tiene su propio calendario? ¿Y no comienza el primer día de enero?

El año litúrgico, un calendario particular

Efectivamente, la Iglesia Católica dispone de un calendario propio. Y no cambia el número de días, ni la disposición de los meses ni sirve para medir el paso del tiempo. Su calendario es de corte espiritual.

¿Qué pasa? Que no pierde contacto con la realidad y por eso reparte sus celebraciones en las fechas necesarias. Su finalidad es la santificación de los fieles, así que muestra todo el misterio de Cristo estableciendo fiestas, oraciones repartidas a lo largo del día y marcando los hitos principales en momentos determinados.

Su centro es el llamado Triduo Pascual, que commemora la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Es la fiesta más importante. Ésta se concreta, especialmente, en la Misa del domingo, que es la Pascua semanal. Luego tenemos divisiones amplias, denominadas Tiempos. El de Adviento, como preparación a la Navidad; éste, que celebra el nacimiento y la manifestación de Cristo al mundo; luego el Tiempo Ordinario, que ocupa la mitad del año y hace resumen de las predicaciones y hechos de Jesús; la Cuaresma prepara la Pascua y esta es una explosión de júbilo espiritual por la resurrección del Señor.

Resumiendo, el año litúrgico es un año que se mide en celebraciones, no en días, pero esas celebraciones se insertan en fechas determinadas.

El año litúrgico comienza cerca de Navidad

Volvamos al inicio. El sacerdote ha felicitado a la parroquia el año nuevo a finales de noviembre o principios de diciembre. ¿Qué quiere decir?

Que comienza el año, el año litúrgico. Se calcula buscando el cuarto domingo antes de Navidad. Ese es el primer día del nuevo año. Todos los años hay ciertas variaciones: éste ha sido el 3 de diciembre y, para el que viene, será el día 2.

¿Y el 1 de enero? Es un día especial, sin duda, por su categoría litúrgica de solemnidad, pero no es el inicio de un nuevo año.

En la práctica, por aquello de la adaptación al calendario civil, suele felicitarse y bendecirse el año entrante. El día 1 de enero se dedica a santa María, madre de Dios, y se recuerda la circuncisión de Jesús.

Un calendario con fechas movibles

Acostumbrados a la estabilidad de un calendario laboral, un calendario escolar y la aparente inmutabilidad del calendario civil, llama la atención que el año litúrgico contenga fiestas movibles. Es decir, que de año en año pueden cambiar de día y hasta de mes. El primer ejemplo ya lo hemos visto: el primer domingo de Adviento. El ejemplo estrella es la Pascua. ¿Cómo se sabe cuándo cae? Localizando el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera. Y a partir de ahí se calcula el miércoles de ceniza, 40 días antes.