Cada 15 de mayo, Madrid se engalanarse para celebrar las fiestas de San Isidro. La Pradera de San Isidro se llena de jóvenes y no tan jóvenes que, vestidos de chulapos y chulapas, homenajean al santo mientras se hartan de comer las famosas rosquillas tontas y listas. A día de hoy, la figura de san Isidro sigue muy presente en Madrid, siendo el patrón de la Villa.

Sin embargo, ¿qué se sabe de este santo? Poco se sabe del nacimiento de san Isidro ni del origen de su familia. Probablemente proviene de aquellos campesinos procedentes de León durante la repoblación de Madrid después de que Alfonso VI reconquistara la plaza, como bien menciona José María de Mena en Leyendas y misterios de Madrid.

Lo que sabemos por la tradición es que Isidro fue desde pequeño un gran devoto religioso, sobre todo de la Virgen de la Almudena (también patrona de Madrid). Durante el tiempo que tenía libre, el joven siempre lo dedicaba a la oración.

Isidro se dedicó a la labranza, igual que lo había hecho su padre. Allá por el año 1100, comenzó a trabajar las tierras de Juan de Vargas, donde realizaba las tareas de tareas de labrador.

Cuando tuvo una edad más avanzada, decidió buscar esposa. Conoció a María de la Cabeza Toribia, una joven que había heredado de sus padres una pequeña granja en los alrededores de Madrid. El apuesto labrador se enamoró de María, se casaron y se fueron a vivir a la granja de la joven.

Isidro compaginó su trabajo de labrador con el de mantener su propio terreno. El matrimonio, según la leyenda, tuvo un hijo que ha sido conocido como san Illán, aunque no despierta tanto fervor como sus padres.

El halo de santidad de Isidro aparece en el momento en que la tradición cuenta que, mientras él se retiraba a la oración, los ángeles tiraban de sus bueyes para arar la tierra.

También hay que tener en cuenta el milagro del pozo, en el cual un niño cayó a la oquedad e Isidro le salvó al aumentar las aguas de manera prodigiosa hasta la superficie. Todos estos sucesos sobrenaturales pertenecen al terreno de la leyenda fantástica.

José María de Mena apunta a que la santidad se otorgó a Isidro porque "su conducta poco usual en su tiempo sirvió de ejemplo a toda una sociedad".

El vulgo estaba sumido en la superstición y las prácticas del clero distaban mucho de ser ortodoxas. Para el historiador, "san Isidro es "ese individuo de creencias firmes, de certeza en la fe, de espíritu desasido de apetitos carnales y que debió ser una antorcha que iluminase a sus convecinos".

La figura del santo significó la reimplantación del cristianismo tras la Reconquista de Madrid. Se necesitaba un personaje que devolviera la devoción tras una etapa de dominio musulmán, y este "héroe" se encontró en un labrador que paraba su jornada laboral para rezar.

Isidro murió el 15 de mayo de 1172 y es enterrado en el cementerio de la parroquia de San Andrés. Comienzan a visitar muchos devotos su tumba, por lo que se decidió crear un templo dedicado a su veneración.

Cuando fueron a exhumar sus restos, se dieron cuenta que el cuerpo del santo permanecía incorrupto.

El cuerpo incorrupto de san Isidro se ha convertido con el paso de los siglos en una auténtica reliquia que ha sido venerada incluso por reyes y nobles. En la actualidad, se conserva sus restos en la Colegiata de San Isidro (calle de Toledo) junto a las reliquias de su esposa María de la Cabeza, también considerada como santa. En una urna dorada y cubierto por un paño de lino con el escudo de la ciudad, el féretro incorrupto del patrón de la Villa y Corte sigue causando un fervor popular al alcance de pocos iconos religiosos, que ven cómo su fama se va perdiendo con el tiempo.