Uno de los temas de conversación que más protagonismo tiene entre muchas personas, sean jóvenes o adultos, es el de las relaciones sentimentales. ¿Amor o atracción física? Nos preguntamos muchas veces…

Y es que diferenciar cuando se trata de uno u otro no es tarea fácil.

La atracción física se define como una energía que se genera dentro del propio cuerpo que no proviene de los pensamientos, sino de los sentidos, inicialmente desde la vista, especialmente la apariencia y el lenguaje no verbal, y posteriormente se potencia con el olfato, el sonido y, en última instancia, el tacto.

Que sintamos atracción física por alguien no quiere decir que nuestra mente decida alimentar esa sensación, ya que puede descartarla, al racionalizar o pasarla por el mundo de las emociones.

Sin embargo, cuando nuestro cerebro decide alimentar esta sensación y otorgarle una dimensión mayor, dejando que nuestros instintos empujen nuestras emociones, es cuando entramos en la fase del “enamoramiento” que se dice es la precursora del sentimiento amoroso.

El enamoramiento, por lo tanto, se fundamenta en la atracción física, es decir, en la pasión o deseo inicial que sentimos hacia la otra persona. Sin embargo, este estado de enamoramiento, no nos permite obtener una imagen real de la persona, pues al sentirnos intensamente atraídos, propiciamos que se construya una imagen de la misma acorde a nuestros deseos de cómo queremos que sea y de no cómo es.

El prestigiosos escritor y psicólogo, Jorge Bucay, confesaba en una entrevista que la pasión es un sentimiento alto, llamativo y vistoso, pero carente de raíz, de profundidad, mientras que el amor es un sentimiento más modesto, humilde pero forjado desde la profundidad, es decir, enraizado. Como en la naturaleza, todo aquello carente de fuertes raíces, al primer vendaval, cae, mientras que lo que se sostiene desde sólidos cimientos, resiste y, aunque se dañe, puede volverse a reconstruir.

Comprender qué significa la atracción física o el enamoramiento es bastante sencillo, incluso identificarlos, sin embargo…

¿Qué es el amor?

El amor es un sentimiento profundo que empieza en uno mismo y se extiende hacia seres con los que sentimos que guardamos cierta afinidad o conexión más allá de lo físico. Existen muchos tipos de amor y de hecho la ciencia lo considera un estado evolucionado del instinto de supervivencia, que lleva a la unión entre seres afines para evitar su extinción.

La cultura del ser humano ha ido dimensionando este sentimiento hasta el punto de convertirlo en el motor de la vida. Es curioso pero la mayoría de decisiones importantes que han marcado la historia y la evolución de nuestra sociedad, que han definido vidas y muertes, vienen regidas por el amor.

Cierto que mucho de ese amor ha podido ser hacia una cultura, una patria, un sentimiento de colectividad, un sentimiento religioso, etc. pero en ocasiones, también hacia el deseo de proteger o poseer física o emocionalmente a otra persona.

Diferenciar entre amor o atracción física es muy complicado, y es que la bioquímica desafía una vez más a la razón, a los parámetros culturales y a los educativos.

La oxitocina, también llamada “hormona del amor” es la responsable de que esto ocurra. Al hacer el amor liberamos grandes cantidades de oxitocina, eliminado el estrés y produciendo una sensación de bienestar que nos mantiene más receptivos y durante unas horas potencia nuestra empatía. Cuando dos personas deciden entrar en contacto físico sexual, esta hormona hipnotiza, dejando al cerebro bajo un estado de embriagamento que lo atrapa. Cuanto más contacto satisfactorio mantenemos con esa persona, más atrapados nos sentimos a esta sensación y es lo que acabamos denominado “estar enamorados”. Sin embargo, la vida nos regala traspiés y situaciones que nos alejan de poder dedicar tiempo a este maravilloso sistema de comunicación no verbal y es, en esos momentos, cuando podemos comprobar si aquello que sentimos nos une a esa persona es fruto de esta reacción bioquímica que deja una estela de efecto que no desaparece en seguida, o se trata de una conexión más profunda basada en una afinidad o conexión real.