Mucho se ha hablado de las tensiones existentes entre las dos Coreas, pasadas, presentes y especulaciones sobre el futuro que a menudo incluyen panoramas bélicos. Pero no todos conocen un episodio de la historia de estos dos países que estuvo a punto de acabar en desastre, y cuyo protagonista fue un árbol.

El incidente

Sucedió el 18 de agosto de 1976. En la llamada zona desmilitarizada, que separa ambas Coreas, la presencia de un árbol dificultaba la visión de los militares apostados en el lado sur. Así pues, un grupo de soldados de Corea del Sur y EEUU, junto con un grupo de seguridad de la ONU, penetraron en la zona desmilitarizada portando hachas, dispuestos a cortar el árbol.

Sin embargo, un grupo de soldados norcoreanos comenzó a increpar a los leñadores, alegando que dicho árbol fue plantado en persona por el abuelo del ahora Líder de Corea del Norte, Kim Jong Un. Ignorando la advertencia, los encargados de talar el árbol continuaron la labor, y es aquí cuando surgen versiones divergentes.

Según versiones del lado sur, los soldados norcoreanos atacaron con hachas al equipo de tala, una agresión que se resolvió con la muerte de un capitán y un teniente estadounidenses. Por su parte, los noticieros de Corea del Norte achacaban toda la responsabilidad a los soldados del sur, acusándolos de atacar a los soldados norcoreanos sin mediar provocación.

La escaramuza había tenido lugar, pero el árbol seguía en su sitio.

Desde Washington D.C., el entonces presidente Gerald Ford estudió cuál sería el próximo movimiento, habida cuenta de que un segundo incidente en tan poco tiempo podría terminar en desastre. La respuesta americana se plasmó en la llamada Operación Paul Bunyan, bautizada así por un personaje legendario de la cultura estadounidense, un supuesto leñador gigante cuyo compañero inseparable era un buey azul llamado Babe.

La Operación Paul Bunyan

¿En qué consistió dicha operación? Básicamente, en una demostración de fuerza. El 21 de agosto, un grupo de ingenieros portando sierras eléctricas penetró en la zona desmilitarizada para finalizar la tala del árbol. Pero no estaban solos. Respaldándoles se hallaba un grupo de varias docenas de soldados americanos, fuertemente armados, así como la presencia de artillería pesada y vehículos aéreos de combate, preparados para entrar en acción ante el más mínimo movimiento por parte de los soldados de Norcorea, quienes, ante tal despliegue de fuerza militar, contemplaron sin intervenir cómo el árbol era finalmente cortado.

Durante esos minutos, un solo movimiento en falso por parte de cualquier de los bandos podría haber desencadenado un conflicto de escala planetaria. Por suerte, todo quedó en la tensión y la anécdota. Donde antes se encontraba el árbol, se levantó un pequeño monumento en recuerdo de los caídos el 18 de agosto.