La inteligencia es la capacidad de la mente que nos permite interpretar, entender y comprender lo que percibimos, aprender, razonar y tomar decisiones con el objetivo de llegar a ejecutar acciones, sean explícitas o sutiles (intangibles).

Atrevernos a hablar de la existencia de una realidad es arriesgado, porque de alguna forma la ciencia, según avanza en el conocimiento del Universo, va teniendo más claro el concepto de relatividad que envuelve y rige el funcionamiento del Cosmos y que opera en todos los niveles de la Vida.

Sea como sea, podemos hablar de una o muchas Realidades programadas, ya que efectivamente nuestra mente es como una CPU orgánica completamente programable y autoprogramable.

La mente, ese conjunto de facultades cognitivas que engloban procesos como la percepción, el pensamiento, la consciencia, la memoria, etc., se haya integrada principalmente en el cerebro y supeditada a la actividad del mismo. Desde este punto de vista todas las teorías acerca de la libertad de pensamiento parece que caen en picado y se destruyen cual hielo en la Antártida fruto del calentamiento global. Pero no hemos de desesperar por tomar consciencia de que tal libertad, como siempre se ha entendido y expresado desde su lado más romántico, no exista, porque puede que sí lo haga desde otra perspectiva.

¿Qué hace que en dos cerebros idénticos se generen mentes distintas?

Una vez más los misterios de la vida llaman a nuestra puerta activando nuestra curiosidad e invitándonos a plantearnos que nos hace ser humanos realmente.

La tecnología, enzarzada en esa búsqueda de comprender la mente y su estrecha relación con el cerebro humano, su capacidad para aprender y actuar según lo aprendido, ha ido desarrollando algo realmente inquietante y a la vez útil. La Inteligencia Artificial.

Hace apenas una década, numerosas películas trataban este tema ambientadas en una época futurista y planteando la posibilidad de que tales humanoides llegaran a revelarse contra su creador.

Desde la industrialización, en el mundo laboral, el ser humano ha ido siendo reemplazado cada vez más por la máquina. Muchos procesos que antaño que se realizaban de forma manual con la ayuda de la polea y otros sistemas mecánicos, poco a poco fueron sustituidos por los automatismos, no sólo reduciendo el número de trabajadores necesarios para realizar una actividad y abaratando costes de producción, sino también disminuyendo el riesgo de muerte o accidente grave, al ser máquinas las que desarrollaban determinadas tareas peligrosas.

Cierto es, que como todo, esta transición no ha sido ni es sencilla y lo que se creó con el objetivo de favorecer el desarrollo y la mejora en diferentes sentidos, trajo también y ha traído consecuencias no tan beneficiosas para otros. Al principio la mecánica, luego la tecnología, el mundo cambia y nosotros debemos cambiar con él

La Inteligencia Artificial no es una amenaza como plantean muchos guionistas desde sus películas. Nos abre la puerta hacia un campo muy interesante para el desarrollo social. Actualmente gracias a los bots, que ya están integrados en nuestra vida diaria, optimizamos mejor nuestro tiempo y lo que es más, en nuestro mundo se amplían los horizontes permitiéndonos alcanzar realidades que de otro modo no hubiéramos llegado a conocer.

La Inteligencia Artificial, desde la biotecnología, hace un uso muy interesante para el desarrollo de la medicina, como lograr reponer miembros amputados y devolverles a esas personas su funcionalidad. También permite realizar intervenciones quirúrgicas llegando donde el cirujano jamás podría.

Pero no sólo en la medicina cumple funciones muy interesantes, también nos facilita el día a día, como cocinar de forma sana cuando no tenemos tiempo, limpiar la casa sin estar presentes y sin necesidad de ejecutar la tarea más pesada, recordar fechas y labores que queremos realizar sin temer despistarnos; encontrar información sin invertir excesivo tiempo, trabajar a distancia pudiendo estar con nuestras familias disfrutando de su compañía, comprar y vender ahorrando en tiempo e incluso dinero y aprender de forma activa desde sistemas interactivos y motivadores que además permiten compartir nuestras experiencias con personas que están en el otro lado del mundo.

Se relativiza la soledad, siendo ahora más valorada y dejando de estar mal vista y nuestra seguridad aumenta en muchos niveles.

Sin embargo, como todo, llevado al extremo puede ser peligroso.

La incorporación de la IA en nuestra vidas todavía es recibida por muchos como una amenaza porque está revolucionando el concepto de trabajo y de las relaciones laborales, el concepto de economía y como no, también el de las relaciones humanas.

Robots mascotas, secretarias virtuales, taxi inteligentes, formaciones online impartidas por bots y un largo etcétera que a muchos les aterra. Sin embargo, no hemos de olvidar que todo este avance no supone la sustitución de lo anterior, al menos no por el momento, ya que es y será perfectamente compatible convivir con tu perrito y con tu dogbot al mismo tiempo, o cocinar con tus manos y desde tus fogones y utilizar una “thermomix” para ello.

El ser humano siempre será el ser humano, aunque ahora tal vez deba revisarse y plantearse que le ha nacido un gran competidor, un competidor pacífico y facilitador, un competidor que nace para ayudar en muchas cosas y aliarse a nosotros.

Así, que ahora más que nunca, cabe decidir crecer y adaptarnos si no queremos quedar relegados ante él. ¿Cómo podemos hacerlo? Potenciando dos de los mayores dones que poseemos: la empatía Y la creatividad.