¿Quién no conoce a Albert Einstein? Y si existe alguien en este planeta que no sepa quién es él, al menos su nombre lo ha tenido que oír. Seguramente si hiciéramos un test y preguntáramos a la vez por Mileva Marić, la mayoría no tendría ni idea de quién es, pero es que ni siquiera el nombre les sonaría.

Una privilegiada para su época

Nació Mileva en 1875 en Titel, provincia de Vojvodina (perteneciente por aquel entonces al Imperio Austrohúngaro, hoy la actual Serbia). Mileva, de familia acomodada, es la mayor de tres hermanos. De pequeña pudo estudiar en un colegio para niñas y más tarde pasó a un instituto secundario que contaba con un excelente laboratorio de física y química que comenzaría a marcar el rumbo por donde la niña iba a demostrar su gran don.

Fase de éxitos y enamoramiento

Tras su graduación en 1890, en matemáticas y física con la mejor nota de su promoción. Mileva es aceptada como alumna privada en el Colegio Real de Zagreb, donde le es permitido, como algo muy especial, asistir a las clases de física, reservadas totalmente a los varones. Realmente amante de las ciencias y el estudio, durante un semestre, en el verano de 1896 estudió medicina en la universidad de Zurich y llegado el invierno comenzó a estudiar matemática y física en Suiza. Fue allí donde coincidió con un jovencísimo Albert Einstein y donde el amor surgiría entre ellos.

Extraña relación la de Einstein y Marić

Llena su relación de secretismo, en 1901 Mileva abandona el politécnico donde estudiaba con Albert sin certificado de estudios (a falta solo del examen final) El motivo de la expulsión, su embarazo fuera del matrimonio.

En 1902 y en compañía de su familia, Milova da a luz a una niña, Lieserl, hija de Albert, de lo cual se sabe por las cartas que mantiene la pareja y de lo que se deduce también que Albert no dijo nada a su familia y que ni siquiera la llegó a conocer. Finjalmente, la pareja decide casarse en 1903 en Suiza.

Tanto monta, monta tanto

Pese a que Mileva sacrificó su vida como científica por encargarse de su familia, pues tuvo dos hijos varones más, se conservan datos de su importantísimo aporte a la teoría de la relatividad, el efecto fotoeléctrico y el movimiento browniano que desembocarían en los conocidos artículos “annus mirabilis” de 1905.

Sin quitarle mérito a Einstein por su nobel en Física (1921), el trabajo fue en común, asi pues igual de merecido tenía Mileva haber ganado el premio.

Nacida para vivir en la sombra

Un nuevo amor apareció en la vida de Albert, su prima Elsa, por la que decide mudarse con toda la familia a Berlín y con lo que la relación con su mujer se empezó a deteriorar de manera brutal. El divorcio llegó en 1919, donde queda estipulado que de ganar el premio Nobel, Einstein le daría el dinero a Mileva, que ella emplea en cuidar a su hijo menor, aquejado de esquizofrenia. Para ese entonces Mileva había viajado a Zurich con sus hijos, mientras Albert se queda en Berlín, donde se casa con su prima ese mismo año.

Legado

Aunque al principio de la relación entre ambos, Albert se declaró admirador de Mileva, por su inteligencia y su autonomía y tuvo que enfrentarse a su madre, que se oponía tajantemente a esa relación, después todo cambió. De trabajar juntos, confesar amarla y admirarla pasó a imponerle unas normas de convivencia totalmente injustas y vejatorias que harían definitivamente que ella le concediera el divorcio. Su trabajo, sus investigaciones junto a su marido, todo quedó oculto, ignorado y a diferencia de los Curie que compartieron trabajo y premio, los Einstein trabajaron juntos, pero la gloria fue toda para él. Una injusticia más hacia la mujer, que sacrifica sus sueños por la familia y a la que se sepulta en el olvido y el anonimato.