Tras el descubrimiento del nuevo sistema solar que gira en torno a la estrella Trappist-1, al mundo le surgen numerosas dudas acerca de cómo sería la vida albergable en estos nuevos planetas. Lo cierto es que hasta ahora no se puede saber mucho de ello, debido a que se necesita una tecnología demasiado avanzada de la que probablemente se podrá disponer dentro de unos cuantos siglos. Sin embargo, hasta ahora se pueden ir averiguando algunos datos a través de las tecnologías actuales.
La gran duda que surge es si en estos planetas hay atmósfera al igual que en la Tierra.
El conjunto de gases que conforman la atmósfera puede dar lugar a las diferentes temperaturas a las que puede someterse todo ser vivo, así como a la formación de agua líquida. Además, la existencia de la atmósfera permite luchar contra las radiaciones ultravioleta que emite este tipo de estrella conocido como enana roja.
En los planetas descubiertos es probable que no haya rotación al igual que en la Tierra, por lo que en un hemisferio del planeta sería siempre de día mientras que en el otro sería de noche. Así mismo las temperaturas serían brutales y la meteorología estaría dominada por fuertes vientos. “En estudios anteriores se han descubierto planetas-ojo, donde existe un gran océano de agua líquida en la parte iluminada y hielo en el resto de la superficie”, explica Ignasi Ribas, experto en exoplanetas del Instituto de Ciencias del Espacio (IEEC-CSIC), en Barcelona para el periódico El País.
Por otro lado, los posibles habitantes de estos exoplanetas tendrían ojos capaces de ver a través del infrarrojo emitido por la estrella, así como las hojas de la posible flora sería roja para hacer la fotosíntesis. Además, debido a la baja energía de la estrella, el metabolismo de estos seres sería mucho más lento que el de los seres humanos de la Tierra.
No se puede saber mucho más acerca de estos posibles seres, debido a que no se cuenta con la tecnología avanzada que permita confirmar todas las teorías y todo lo dicho hasta ahora serían deducciones de las investigaciones sobre este nuevo sistema solar.
El próximo año se prevé el lanzamiento del telescopio James Webb que permitirá averiguar la existencia de agua, oxígeno y otros gases que pueden hacer posible la vida en esos planetas.
Sin embargo, no va a ser posible viajar hasta allí debido a que Trappist-1 se encuentra a 40 años luz de la Tierra y el viaje hasta ese mundo desconocido duraría 300.000 millones de años, es decir, podríamos morir y volver a resucitar millones de veces antes de llegar al destino. Las sondas espaciales actuales son demasiado lentas por lo que habrá que esperar unos cuantos años para poder desarrollar una tecnología que permita viajar hasta los nuevos planetas en un tiempo considerablemente aceptado.